Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Palabra del Señor
Oración
María, madre mía es impresionante contemplar la anchura de tu amor y lo que te llevó a ser por los mas necesitados, especialmente por tu prima. Al verte, me doy cuenta del poder que tiene una persona que lleva a Dios en su interior y que se manifiesta en el amor a los demás.
Y por eso, Madre mía, como buen hijo tuyo, yo quiero responder y no quedarme ciego, sordo, mudo o paralítico cuando alguien me necesite, teniendo en cuenta que tu Hijo me ha llamado a ser luz del mundo (cf. Mt 5, 14), y no a ser cualquier chispita, sino una gran lucero que «brille delante de los hombres, para que vean mis buenas obras y glorifiquen al Padre celestial que está en el cielo» (cf. Mt 5, 16).
María, concédeme valor y decisión para compartir con los demás a tu Hijo Jesucristo. Ayúdame ver las necesidades de los demás, y a darme cuenta que, sólo con Cristo en mi corazón, puedo ayudarles de verdad.
Reflexión
El amor de María no midió la distancia que le apartaba de su prima, ni mucho menos le llevó a tomar en cuenta lo que iba a exigirle ese viaje, viajando sola por el desierto, o cuánto tiempo le iba a tomar llegar hasta allá o cuánta comida iba a requerir para realizar ese trayecto... Su donación le condujo a hacer una de las cosas más costosas para el ser humano: el olvidarse de sí misma, para ser totalmente de los demás.
Nosotros, igualmente, podemos contemplar las necesidades de los que están cerca de nosotros; sobre todo, la sed de ayuda que llevan en su interior, con la esperanza de que alguien pueda satisfacerla y calmar su ansia. Por eso, detengámonos en el caminar de nuestra vida para ayudar a los demás.
Oración
María, madre mía es impresionante contemplar la anchura de tu amor y lo que te llevó a ser por los mas necesitados, especialmente por tu prima. Al verte, me doy cuenta del poder que tiene una persona que lleva a Dios en su interior y que se manifiesta en el amor a los demás.
Y por eso, Madre mía, como buen hijo tuyo, yo quiero responder y no quedarme ciego, sordo, mudo o paralítico cuando alguien me necesite, teniendo en cuenta que tu Hijo me ha llamado a ser luz del mundo (cf. Mt 5, 14), y no a ser cualquier chispita, sino una gran lucero que «brille delante de los hombres, para que vean mis buenas obras y glorifiquen al Padre celestial que está en el cielo» (cf. Mt 5, 16).
María, concédeme valor y decisión para compartir con los demás a tu Hijo Jesucristo. Ayúdame ver las necesidades de los demás, y a darme cuenta que, sólo con Cristo en mi corazón, puedo ayudarles de verdad.
Reflexión
El amor de María no midió la distancia que le apartaba de su prima, ni mucho menos le llevó a tomar en cuenta lo que iba a exigirle ese viaje, viajando sola por el desierto, o cuánto tiempo le iba a tomar llegar hasta allá o cuánta comida iba a requerir para realizar ese trayecto... Su donación le condujo a hacer una de las cosas más costosas para el ser humano: el olvidarse de sí misma, para ser totalmente de los demás.
Nosotros, igualmente, podemos contemplar las necesidades de los que están cerca de nosotros; sobre todo, la sed de ayuda que llevan en su interior, con la esperanza de que alguien pueda satisfacerla y calmar su ansia. Por eso, detengámonos en el caminar de nuestra vida para ayudar a los demás.
Propósito del día
Haré dos actos de caridad el día de hoy: destacaré las cualidades de alguien y me ofreceré a ayudarle a alguien.
Haré dos actos de caridad el día de hoy: destacaré las cualidades de alguien y me ofreceré a ayudarle a alguien.
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