martes, 6 de diciembre de 2011

Meditemos el Evangelio del día. Miércoles de la II semana de Adviento.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 
11, 28-30 
En aquel tiempo Jesús dijo: «Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
Palabra del Señor.

Oración 
 Jesús mío, vengo hoy ante Ti para pedirte ayuda. Tengo el profundo deseo de acercar mi corazón al tuyo. Debo confesarte que me encuentro algo cansado de todo el ajetreo diario, la rutina me desgasta. Tú que dijiste: «Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo les daré alivio», aquí me tienes. Quiero en esta oración descansar en Ti. Señor Jesucristo, que eres manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.

Reflexión
El seguir a Cristo amerita por ley divina cargar nuestra cruz, el yugo del cual habla el Señor en el Evangelio; ese yugo que es suave y ligero. El yugo de la caridad, que es en sí misma mansedumbre para tratar a los demás, y humildad, que es la perla preciosa del trato con Dios. Sin estas dos cualidades, nuestro trato con los demás se nos hace insufrible. Nosotros fuimos creados por Dios para amar y ser amados, y nuestro verdadero descanso está precisamente en esto. El camino más fácil para llegar a Él, es ser -como Jesús nos pide- mansos y humildes de corazón. 

¡¡¡ Propósito del día!!!
 El día de hoy trataré con gran caridad a la persona que no me sea tan simpática, para imitar así la mansedumbre de Jesús.

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