domingo, 25 de diciembre de 2011

Meditemos el Evangelio del día. Lunes, Inicio de la Octava de Navidad.

San Esteban. Ruega por nosotros.
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo
10, 17-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes. El hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará".
Palabra del Señor

Oración
Gracias, Jesús, porque en tu gran misericordia, has querido abajarte a una condición tan pobre como la mía, y por ser el sostén de mis afanes cotidianos. Sé que sin Ti nada puedo, y por esta razón, me acerco a Ti, con un corazón lleno de confianza, a pedirte la fuerza para que pueda llevar con amor y paciencia las contrariedades que me permitas en este día. Jesús, confío en Ti. Sé que desde tu cruz, me ayudarás a ser feliz. Señor, que al haberte recibido en esta Navidad, pueda tener un corazón dispuesto a ser testimonio de tu presencia ante las demás personas con las que me encuentre en este día. Concédeme sentirte vivo en mi vida, y que los demás te encuentren a Ti en mí.

Reflexión
La humanidad entera reclama hombres y mujeres dispuestos a dar su vida, día a día, en el trabajo, en el hogar, en la universidad, en cada espacio cultural; en fin, en donde puedan ser faros luminosos que den luz a las almas perdidas en la vida cotidiana. El mundo está necesitado.
Por eso, debemos confiar y lanzarnos a ser ese faro de Dios para los demás, no teniendo miedo y abriendo nuestro corazón para Él, que es nuestra luz, nuestra fuerza y nuestra salvación. Hoy tenemos que confiar una vez más y mirar el mundo con ojos llenos de fe. Necesitamos ser testigos de Aquél que nos ha amado y que nos ha llamado por nuestro nombre con una sonrisa en el rostro. Y cuando experimentemos nuestra debilidad, nuestra miseria, acudamos a Cristo y a su Madre Santísima. Junto a ellos, nuestra confianza crecerá y se fortalecerá en ese darnos con amor a la Voluntad de Dios y en el constante ser testigos de la fe, aunque las persecuciones morales parezcan ahogarnos.

Propósito del día
Visitaré a Jesús en la Eucaristía y le pediré la gracia de ser su luz en esta semana para las personas que me necesiten.


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